Extracto de la entrevista
realizada por el periodista
Joaquín Serrano
en el programa televisivo
‘A fondo’
y publicada en el volumen
Escritores a fondo (Planeta).



ENTREVISTA CON EL ESCRITOR PARAGUAYO
Roa Bastos: “La literatura es solo un acto de servicio”

JOAQUÍN SOLER SERRANO

Los personajes que crea Roa Bastos son de carne y hueso, palpitantes, los incrusta en las más dramáticas escenas y en las situaciones que más puedan conmovernos, su pluma pinta con rigor y escalofrío los horrores de la naturaleza y de la injusticia, el espanto de la muerte, la realidad dislocada en mundos diferentes, simultáneos, sucesivos o trastocados.



Pregunta: Muchas heridas quedaron abiertas a consecuencia de la guerra del Chaco…


Respuesta:

El Paraguay es un país muy agrario, muy campesino, cuya mayoría poblacional está constituida por la gente del campo, y la confraternidad, fraguada en las trincheras, entre los doctores y los campesinos, la gente cultura y los analfabetos, marcó un reencuentro: el de las raíces comunes de este pueblo, que estaban dadas incluso en la comunidad de lenguas. Es un caso único también en nuestra América: es un país totalmente bilingüe, con una lengua indígena, que es de carácter eminentemente oral, y el castellano, que es la lengua formal, la lengua de la educación y de la administración.



P: Usted, por lo general, utiliza ambas lenguas en sus libros, en los que es fácil hallar voces y expresiones del guaraní.


R:

Es un idioma muy bien organizado, que no llegó a la escritura y no tiene por consiguiente una literatura, pero es la lengua por excelencia de comunicación emocional del pueblo, incluso de los paraguayos más cultos, que, cuando quieren recalcar una locución, una frase, algo que les importa mucho, dicen la frase en español y la repiten en guaraní. El guaraní es una lengua en pleno contacto con la naturaleza, con el sentido mítico y poético de esta fuerza telúrica que se siente en el Paraguay. (…)

P: Usted nació en Asunción en 1917, pero ¿en qué mes?


R:

En el de los mellizos, en junio.



P:¿Qué recuerda de sus años primeros?


R:

Las leyendas que me contaron sobre mi venida al mundo fueron muy poco divertidas, de modo que guardo poco recuerdo de todo aquello. Y además, para mí la vida es un olvido continuado. Solo recuerdo algunas pequeñas cosas de mi infancia en un pueblecito del interior del Paraguay, este país que como usted bien ha dicho sigue siendo una incógnita, un enigma, hasta el punto de que parece un país mágico inventado por los novelistas, esa gente que hace magia con la realidad. (…)



P: ¿Cuál es su objetivo, su propósito, al escribir?


R:

Para mí el Paraguay es como un gran espejo muy luminoso que se ha roto en muchos fragmentos. Un fragmento por si solo no tendría valor. Yo he tratado en mis libros de reunir estos fragmentos del gran espejo roto para que pueda volver a dibujarse la imagen profunda de una colectividad.



P: Usted ha logrado en sus novelas darnos un mural impresionante de la vida de su país.


R:

Esa ha sido mi intención. La destrucción de nuestro país hace un siglo nos hace arrastrar un largo retraso, de modo que todavía para nosotros la literatura es solo un acto de servicio. Las palabras cuentan para nosotros como actos: tratamos de ir al núcleo central de las cosas para encontrar esa verdad muy escondida que a veces, como un relámpago, pueda iluminar toda la profunda penumbra que se ha cernido siempre sobre mi país. (…)



P: En 1941 se publica su novela Fulgencio Miranda de la que apenas hay noticias…


R:

Felizmente, también se ha perdido. La presenté siendo muchacho a un concurso del Ateneo de Asunción, y obtuvo el premio, pero no me pudo ni siquiera ser devuelto el original, porque se extravió.



P: Hubo un extraño parón, como un impasse, un largo silencio, hasta que aparece su última gran novela, Yo El Supremo…


R:

A veces se producen crisis de conciencia, motivadas quizá por la sensación de que lo que uno hace no tiene sentido, y entonces se retira uno a reflexionar. Una de las grandes dudas que yo sentía era si yo estaba llamado realmente a este ejercicio de escritor, y esta especie de parón se me impuso como una necesidad vital de bajar a mis abismos interiores para ver lo que había dentro. Era un poco como hacer de espeleólogo de uno mismo. Y así me impuse la larga noche de diez años de silencio.



P: ¿Y de esa larga introspección salió consolidada su vocación literaria?


R:

Se robusteció en mí la conciencia de hacer un trabajo con ciertos objetivos: crear inquietudes en los lectores para que la revelación de la realidad sea hecha en una especie de recreación del texto, que va recorriendo una gama de lectores sin saber exactamente dónde va a terminar. Y el tema que siempre me obsesionó es la presencia de un personaje real, que fue el iniciador del movimiento de Independencia del Paraguay, José Gaspar de Francia, el nuevo dictador, que ya se anuncia en uno de mis primeros libros. Este personaje es una especie de mito encarnado en la conciencia o subconciencia de la colectividad paraguaya, y que, por lo tanto, a mí “me trabajó” larga y profundamente.



P: Yo El Supremo está calificada por Alejo Carpentier como “obra maestra”…


R:

Tomé a este personaje histórico solamente como un punto de partida para una obra de ficción pura. Claro que está en mi libro la historia, la tremenda historia con la presencia de este hombre de voluntad férrea decidido a establecer a toda costa la soberanía y la libre determinación de una naciente nacionalidad. Pero están, asimismo, otras muchas cosas: la parte mítica, que a mí me interesaba. En este caso, por ejemplo, el poder absoluto. ¿Qué pasa con el poder absoluto frente a la transitoriedad, a la precariedad de ese portador del poder absoluto? Porque el poder absoluto se entiende cuando es una emanación de una colectividad que delega en un hombre sus poderes inalienables para decidir sobre su destino, sobre su suerte. Pero ocurre que en la mayoría de los casos que nosotros conocemos este poder absoluto va engendrando una especie de contrapartida que va subsumiendo, aniquilando esa primera etapa de poder al servicio de los demás para convertirse en un fin en sí mismo. De manera que este libro, en cierto modo, tiene un trasfondo que se relaciona con los referentes históricos de mi país, y sobre todo con la labor ciclópea que hizo este hombre para establecer la soberanía de mi país y su libre determinación, frente al acoso de las potencias de aquel tiempo. También está en el libro otra cosa que para mí es importante en igual medida, y es esta pasión de lo absoluto, esta búsqueda de lo absoluto a través de la acción política, del poder económico, incluso de la pasión mística: la necesidad de llegar a lo absoluto, que es una de las más viejas pesadillas de la especie humana.

Falcone© graphic+web. Todos los derechos reservados.Contacto